¿No conoces mi playa? En mi playa yo me pasaba los tres meses de verano. Ya a mitad de julio tenia los pies bien duros para andar sin chanclas, por los caminos, que aún eran de tierra. Buscando la sombra, por las rampas de los garajes de las casas, recorría esa calle que llevaba al Baño varias veces al día. El Baño, el trocito de playa donde no hay rocas ni erizos, ni amenaza de morenas o de pulpos que se enroscaran en mis piernas, como le pasó una vez a mi hermano... Al Baño sin toalla la mayoría de las veces, sin crema protectora siempre. Allí las cuatro sombrillas de siempre, allí mis amigos, hermanos, mis primos...la gente del Pozo... Al agua del tirón, corriendo y de cabeza, para irme muy dentro, muy lejos...y estar un segundo a solas. Y de vuelta a tirarme desde la Tosca, y al salir echarme sobre la arena, así, a pelo...son solo unos segundos...y ya no quema. Al sol todo el dia, salvando la hora de la siesta. La siesta, ese tiempo indefinido desde que comías hasta que tu madre decidía que ya habías hecho la digestión y podías volver a bañarte. Y mientras, unas cartas, un helado, un rato de tele...
Tardes de mar, o de montaña, que siempre había un día que nos íbamos de excursión al Cabezo del Obispo, con nuestros bocatas y nuestra Fanta, para volver hartos de hormigas y de tierra, media hora más tarde. Tardes de salar, de jugar allí al béisbol o de animar a los chicos al fútbol, de escribir secretos en su suelo, de cobijarnos en los tarays... Dias enteros de recoger leña para la hoguera, de arañazos a base de rascamoños y demás arbustos, de sudores y churretes. Noches de pipas en 'ca Mari Cruz, la única tienda-bar en muchos kilómetros...cuántos polos y cuántas bolsas de pipas en su porche, cuántas bicis apoyadas en su muro... cuántos paseos y cuántas risas. Cuánta sencillez. Con los años llegaron los cafés, el tabaco, continuaron las cartas, las pipas y el mar, y vinieron las fiestas en la playa, la guitarra, el gin Lirios y demás...las noches de La Virgen, del 15 de agosto, el " me gustas", " ¿me escribirás?", " tu est ma copine".
En mi playa hacíamos fiestas de disfraces, íbamos de excursión a calas de ensueño, ensayábamos bailes que veían nuestras madres y pocos más, nadábamos más rápido y mejor que nadie, explorábamos casas misteriosas, cuarteles abandonados, recorríamos kilómetros en bici, saltábamos de roca en roca hasta Cala Panizo, en barca a motor hacia La Isla, a remo donde fuera...Tantas cosas que fueron y que siempre estarán, porque mis recuerdos no se los llevan esas casas nuevas que casi profanan la montaña donde descansan los restos de un amigo, ni el asfalto, ni los bares, ni la gente desconocida con la que me cruzo cuando voy, ya tan solo unos pocos días al año. Así es mi playa, y he tenido suerte de poder pasar mucho tiempo allí, de haberla vivido de un modo que ahora me parece especial. Espero que la gente que hoy la vive, aunque de manera diferente, lo haga atesorando tantos y tan bonitos recuerdos.