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Nacida en Almería, de la que he heredado la exageración andaluza y la contundencia de sus desiertos, quizá también la libertad de su mar.La huerta murciana me adoptó con tan sólo 6 años de edad, y tan bien me ha criado, que ya soy más murciana que las habas. Fiel amiga de mis amigos, aunque cada vez seamos menos."Enganchada" al que yo creo que ya antes de que naciera estaba destinado a ser mi compañero, y a esos pequeños seres que dia a dia nos obligan a recordar que el tiempo vuela,y que es mejor volar con él que quedarse en tierra.

viernes, 30 de noviembre de 2012

LO QUE ES LA VIDA...

Hay que ver...lo que es la vida...así, como dicen nuestros mayores... Y es que es verdad.
Un amigo me decía hace poco que somos como hojas sobre el agua, que, llevadas de un lado a otro por vientos y corrientes, tratamos en vano de resistirnos a tanto vaivén aferrándonos a una rama o a una roca. Rama o roca, pared, risco, botella con o sin mensaje, palo, tablón, mástil de barco semihundido...da igual. Las vueltas que da la vida...ésas nunca las vamos a controlar. Quién nos lo iba a decir a nosotros... Que viviríamos en el campo en vez de en la ciudad, Que tendríamos hijos, cuando todo indicaba que nunca llegarían, Que perderíamos a la amiga más querida, con la que habíamos planeado toda una vida, Que los lazos que creímos desatados se volverían a atar, Que otros lazos que pensamos eternos se aflojarían sin más,Que ganaríamos nuevos corazones para con ellos reír y soñar, Que mereceríamos odios y envidias, Que nos regalarían cariño incondicional sin hacer nada para merecerlo, que subiríamos y bajaríamos, que ganaríamos y perderíamos, que reiríamos y lloraríamos... Y todo casi sin poder hacer nada para controlarlo, si acaso aferrarnos sin demasiada fe a una rama o a una roca.

"Un Mundo", de Ángeles Santos.

lunes, 4 de junio de 2012

TU TIENES MUCHO PODER

     Hará poco más de una semana que la madre de uno de mis alumnos vino a visitarme para que le subiera la nota a su nena,  ya que ésta la necesitaba para poder hacer la carrera que quería. Podía haberle dicho que su hija lo tenía que haber previsto antes, que había tenido todo el curso para subir la nota que iba sacando durante la primera y la segunda evaluación, incluso desde el año pasado..., le podría haber echado en cara la de veces que la chica faltó a mis clases para estudiar y sacar mejor nota en otras asignaturas, perdiéndose quizás algunas valiosas explicaciones y seguro que útiles prácticas... Podría incluso haber hecho referencia a los criterios de evaluación que aplicamos en el departamento, y que consideramos los más justos, que tienen en cuenta las diferentes habilidades del alumno, etc etc... Pero no. No le dije nada de esto. La dejé hablar, reprimiendo una mezcla entre susto, indignación, repugnancia y profunda tristeza, una mezcla que, de ser liberada, podía explotarme en la cara. Aguanté, pues, estoicamente que se me hablara del "poder" que tenemos los profesores, que según esta señora, podemos poner la nota que nos de la gana, de manera que cuando no hacemos caso a súplicas como la suya, podemos incluso arruinar la vida académica y profesional de los chiquillos. Me hizo directamente responsable del posible fracaso de su hija. Tuve que escuchar cómo esta señora nos consideraba "menos listos" que los profesores de centros privados, porque nosotros no inflamos las notas de nuestros alumnos, para así obtener mejores resultados y ganar reputación. Tuve que aguantar que me llamara mala persona y mala profesional, porque, siempre según ella, no atiendo las necesidades de mis alumnos. Sin embargo ella, excelente profesional de la sanidad, siempre atiende al enfermo, incluso fuera de su horario de trabajo. Sólo acerté a balbucear que yo no podía subir la nota así, tan alegremente ( y no se trataba de medio, ni siquiera de un punto...no me juzguéis tan cruel), porque, según mi opinión, no sería justo para con el resto de mis alumnos. Presionada como estaba, llegué a hundirme y a sentirme tan culpable, que, temblorosa, busqué un día para hacerle un examen con el que pudiera subir nota, pero tenía que ser pronto, y necesitaba varias horas, así que era difícil... Pero esta señora no quería examen alguno para su hija, porque sabía que la nota que tenía era la correcta, y que no la superaría con un examen.

     "Vosotros tenéis mucho poder, podéis hacer lo que queráis...". Ésta era la frase que se quedó como enquistada en mi frágil memoria. Ni siquiera recuerdo bien las palabras con las que me amenazaba cuando, expulsada ya de mi departamento, bajaba las escaleras con un runrun de "ojalá nos veamos donde yo tenga que hacer algo por tí", haciendo clara referencia al centro de salud. Pero sí recuerdo bien lo de Tenéis mucho poder... Si. Tenemos mucho poder, pero no de ese tipo, caprichoso y corrupto. Tenemos el poder de enseñar a nuestros alumnos que el esfuerzo y la perseverancia tienen su recompensa, que nunca hemos de esperar que se nos regale nada, que todo cuesta trabajo en esta vida; tenemos el poder de enseñarles a ser humildes y a aceptar nuestros propios límites, a aceptar cómo somos y dónde somos capaces de llegar, a  reconocer nuestros propios anhelos, y no dejarnos llevar por los de nuestros padres que, aun siendo muy válidos para ellos, pueden no hacer felices a sus hijos... En fin, sí, es verdad que tenemos mucho poder, y yo en particular creo estar ejerciéndolo como mejor me parece, siendo lo más profesional y lo más justa posible, dando así ejemplo a mis alumnos. Y me entristece muchísimo que haya gente que se crea con derecho a venir a llamarme poco profesional mientras me pide que haga una excepción con su hija, regalándole una nota que no merece y que posiblemente perjudique a otra persona.

      En algún momento de la entrevista, esta madre me preguntó si es que no haría yo lo mismo por mi propia hija. Tampoco contesté a esto, pero ahora lo pienso y lo tengo claro. Por supuesto que no lo haría. Precisamente por su bien.

martes, 28 de febrero de 2012

COMUNICACIÓN EXTREMA

Mira que me encantan los idiomas... Me fascina cualquier medio que permita la comunicación entre las personas. La lengua es un medio poderoso, y ahora también la imagen, las nuevas tecnologías... Sin embargo, hay ocasiones en que me gustaría que no existieran. Que no tuviéramos que usar un idioma para entendernos, que el sistema fuera otro bien sencillo, mucho más sincero y directo. Ojalá los humanos hubiéramos desarrollado un sistema de reconocimiento total del pensamiento ajeno, de manera que la transmisión de las ideas fuera perfecta, de forma que pudiéramos saber exactamente cómo piensa y por tanto cómo siente el otro ... sin lugar a dudas, sin vacilar, sin dobleces, sin recodos... Por muy bien que creamos dominar nuestra propia lengua, a veces se nos revela como un código incapaz de expresar los pensamientos y sentimientos más complejos con la precisión y la premura necesarias. Esta angustiosa sensación de impotencia no me inundaría, como lo hace en ocasiones, si ya tuviéramos ese don de comunicación extrema. En ese utópico estado no existiría la mentira, ni siquiera la media verdad, la hipocresía, el malentendido...la inseguridad, la desconfianza. Ojalá pudiéramos mirarnos a los ojos y saber el uno del otro...todo.

miércoles, 4 de enero de 2012

EL MISTERIO DE LOS REYES MAGOS

Mamá, si los Reyes Magos son mágicos, lo ven todo y lo saben todo, ¿por qué tengo que escribirles una carta y hasta mandarla por correo?
Mamá,¿Por qué no me puedo pedir un portátil y una DS para mí solito? Pero, mami, ¿Por qué los pobres no van a tener regalos, si no les cuesta dinero, que se lo traen los Reyes, que son mágicos!
Mamá, pero ¿cómo hacen los Reyes Magos para ir a todas las casas en sólo una noche? Y ¿Cómo entran los camellos en nuestro salón?¿Cómo están en diferentes cabalgatas al mismo tiempo?

Todos estos misterios se resuelven con mucha imaginación y mucho amor, y los niños reciben nuestras respuestas con ilusión y candidez... Hasta que llega la cabalgata, y el terrible momento en que empiezan a pasar sus Majestades por delante de los ojos de los niños, que buscan ansiosos una mirada cómplice, una sonrisa, un gesto que imaginan va dirigido a ellos especialmente. Éste es el momento que, un año tras otro, se empeñan en arruinar los insulsos enchufados que hacen de Reyes, que, quizá pensando que están en una carroza más del entierro de la sardina, se despreocupan de su aspecto y de su actitud, y no piensan ni por un momento en el terrible trago que hemos de pasar cuando los niños preguntan "Mamá, ¿Por qué se le cae la barba a Melchor? ¿Es que no es de verdad? ¿Es que Gaspar lleva gafas? ¿Qué le pasa a Baltasar, que parece que va pintado?!"
Por favor! ¿Tan difícil es caracterizarse como Dios manda y actuar bien un ratito para que los niños sigan creyendo sin que los padres tengamos que hacer un master en respuestas absurdas? Miedo me da la cabalgata de mañana. Por si acaso, iré preparando respuestas...