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Nacida en Almería, de la que he heredado la exageración andaluza y la contundencia de sus desiertos, quizá también la libertad de su mar.La huerta murciana me adoptó con tan sólo 6 años de edad, y tan bien me ha criado, que ya soy más murciana que las habas. Fiel amiga de mis amigos, aunque cada vez seamos menos."Enganchada" al que yo creo que ya antes de que naciera estaba destinado a ser mi compañero, y a esos pequeños seres que dia a dia nos obligan a recordar que el tiempo vuela,y que es mejor volar con él que quedarse en tierra.

viernes, 27 de mayo de 2011

SUEÑO QUE FUMO.

Hará ya más de cuatro meses que dejé de fumar. Y sigo fumando… en sueños. No lo paso bien, porque en realidad no soy yo la que fuma: es una especie de alter-ego a la que observo, entre  nerviosa e indignada. Esa otra-yo descarada ¿ignora que hemos dejado de fumar, o es que le da igual tirar todos mis esfuerzos a ese infinito cenicero al que van los de tantos y tantos otros que intentaron dejarlo sin éxito? Y ahí me quedo, mirando cómo se fuma uno tras otro, feliz y despreocupada, mientras yo intento convencerme de que ella no es real, no puede ser….
Un sueño nos parece a todos cuando recordamos que, no hace mucho, se fumaba en todos lados. Fumábamos en bares y restaurantes, pero también en el trabajo, hace unos años en las salas de fumadores, que ya nos parecían una medida de apartheid, pero antes de eso se fumaba incluso en clase, los profesores y los propios estudiantes. Ahora soy incapaz de imaginar a uno de mis alumnos de primero de bachillerato (16-17 años) fumando en clase; sin embargo, yo lo he hecho (con lo jovencísima que soy!!), y me parece increíble. Me surgen preguntas aparentemente absurdas, como ¿dónde echábamos la ceniza y las colillas?, ¿Abríamos las ventanas en invierno para no morir asfixiados? ¿Era tan normal oler a humo aunque no fumaras que tu madre no sospechaba que habías estado toda la mañana en el pub haciendo pellas? Claro, es que en clase sólo faltaban las cervezas para que fuera prácticamente lo mismo!  En fin, yo no sé de eso, porque era una chica muy formal, que no faltaba a clase y que sólo fumaba en los exámenes. Bueno, y luego a diario en la facultad, en el autobús, el tren y el avión, en los comercios, en el descanso del teatro, en tantos sitios… que era muy fácil fumar a todas horas.

Poco a poco nos han ido acotando el terreno. Mucha razón tienen los que, en defensa del fumador pasivo y de los derechos de todos, han impedido que fumemos en lugares públicos donde estamos obligados a cohabitar, como en colegios, universidades, comercios,… Con reparos acepto la prohibición en bares y restaurantes, puesto que, bien divididos, podemos compartir establecimiento, o elegir aquel que mejor se adapte a nuestros gustos. Pero no creo que sea justo que sigan acotando. Si no por mí ya, al menos por esa otra Marta fumadora de mis sueños, y por todos los que aún siguen disfrutando (cuando les dejan) de este placer o vicio, vicio placentero o placer vicioso o viciado, lo que sea que tantos buenos ratos nos ha dado a algunos. No podemos privarles de ese cigarrillo del café, que tantas tertulias ha provocado. No les quitéis el de la playa, tras un buen baño y con los labios aún salados, ¡qué bien sabe, por Dios! No al aperitivo o a la copa sin un cigarro para quien así lo quiera. ¿Qué va a ser del ‘tienes fuego’ para ligar? Seguramente se convertirá en ¿tienes facebook? Bueno, quizá terminen aceptándose como amigos y compartiendo chistes y fotos, pero ¿no será mejor que compartan una buena conversación, aunque vaya aliñada con humo?

Fumar es un hábito no saludable, como la ingesta de alcohol o de colesterol, pero no es un delito (aún), así que dejemos algo de libertad al ser humano, para que, el que así lo desee, y sin perjudicar al prójimo, no elija siempre lo que es mejor para sí mismo, sino lo que más feliz le haga.